ARTICULO

EL PEOR ENEMIGO DE TRUMP

17 de Septiembre de 2018 a las 11:26

EL PEOR ENEMIGO DE TRUMP

La irreverencia del poder

Por: ANABELLE CHACON CASTRO

Crédito fotográfico: Shealah Craighead 

El 5 de septiembre el New York Times publicó un artículo anónimo “Soy parte de la resistencia dentro del gobierno de Trump”.  La opinión está, supuestamente, escrita por un alto funcionario de la administración de Trump, tal cual el escribiente se autodefine.  La publicación del artículo coincide con la publicación de un libro del reconocido Bob Woodward (el mismo de Watergate): “Miedo: Trump en la Casa Blanca” en el que señala que la sede del ejecutivo es un “manicomio”.

El autor habla de lo profundo que está dividido por el liderazgo de Trump y de que sus colaboradores, desde adentro, tratan de evitar que se lleven a cabo ‘las peores inclinaciones’ y tratar de preservar las instituciones para que se mantenga la democracia ante los impulsos temperamentales continuos de Trump.

Lo más grave que devela el artículo es ‘la falta de moral del presidente’, lo cual lo hace impredecible; y, aunque fue electo como candidato republicano, a veces proclama sus principios y a veces los ataca.   Define a su estilo de gobernar como ‘irreflexivo, conflictivo, mezquino e ineficaz’.  Atribuye los éxitos logrados por su gobierno, como el fortalecimiento de sus fuerzas armadas, no como ‘gracias a él’, sino ‘a pesar de él’.

Aunque la situación se la califica como caótica, el anónimo sigue escribiendo que los estadounidenses deben estar tranquilos porque en la Casa Blanca hay ‘adultos que están a cargo”, a pesar de que reconoce que es difícil, sobre todo porque Trump todo lo hace público, como su preferencia por dictadores, como Putin y Kim Jong-un, en vez de tratar de acercarse a sus aliados naturales en Europa.

Esto crea un ambiente de inestabilidad en el país, porque Trump se abre muchos frentes con todo el mundo y dentro del gabinete ha habido rumores de invocar la Enmienda 25 que permite a funcionarios del ejecutivo o del congreso declarar que el presidente está imposibilitado de ejercer sus funciones y, por lo tanto, debe designarse un nuevo presidente que venga del senado o de la cámara de representantes.   Claro que esto traería una crisis política total y mundial.

En la historia de Estados Unidos ha habido tres procesos de destitución a presidentes.  El primero en 1868, cuando Andrew Johnson nombró a un miembro del gabinete que no había sido aprobado por el Congreso, pero fue absuelto.  En 1974, Richard Nixon evitó su destitución, renunciando antes, ante el escándalo de Watergate, denunciado por el periodista Bob Woodward, autor del libro contra Trump.  Y, el más reciente, en 1998 contra Bill Clinton por su relación extramatrimonial con Mónica Lewinsky, pero que fue absuelto.

Sin embargo, Trump no ha cometido ningún delito (todavía) para que pueda plantearse una destitución, esto no ha impedido que los legisladores busquen alternativas.  En diciembre, algunos legisladores se reunieron en el Capitolio con la profesora de psiquiatría, Brady Lee, de la Universidad de Yale para hablar del presidente Trump, incluso entre los asistentes estaba presente un senador republicano.  Aunque la conversación nunca fue develada, la reunión se dio como consecuencia de la preocupación generalizada sobre la salud mental presidencial, que ya tuvo un antecedente en febrero del 2017, que un grupo de 35 psiquiatras enviaron una carta abierta al New York Times en la que aseguraban que “Donald Trump es incapaz de tolerar otras opiniones y empatizar con otros. Individuos con estos atributos distorsionan la realidad para amoldarla a su estado psicológico atacando a los hechos y a aquellos que los expresan (periodistas, científicos)” y que el hecho de tener tanto poder lo vuelve aún más peligroso.

Conversando con mi hijo, Alberto, quien vive en Estados Unidos desde hace algunos años, me comentaba que Trump parece uno de esos dictadorzuelos del tercer mundo y que cada día es algo con él, que se comporta con un muchacho caprichoso e irracional.  Casi al final del artículo, el anónimo, sentencia ‘La mayor preocupación no es lo que Trump ha hecho a la figura presidencial, sino lo que nosotros como nación hemos permitido que nos haga. Nos hemos hundido con él…’.  Estados Unidos debe recordar la dignidad que mostró hasta el último momento el senador John Mc Cain, quien le pidió a Trump que no asista a sus exequias, porque lo consideraba un hombre indigno.  Parece que todo el mundo ya se ha dado cuenta de eso, excepto el mismo Trump quien busca enemigos, o se los crea, en todos lados, sin darse cuenta que su peor enemigo está en sí mismo.

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