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Niños enjaulados, la política migratoria de Trump

27 de Junio de 2018 a las 14:47

Niños enjaulados, la política migratoria de Trump

ANABELLE CHACON CASTRO

 

La semana anterior, cuando se celebró el 20 de junio el Dia del Refugiado, irónicamente, miramos absortos las imágenes difundidas de los niños retenidos en Centro de Detención para Inmigrantes en McAllen, ubicado en el estado de Texas.  Las fotografías, videos y audios eran alarmantes.  Las imágenes muestran niños durmiendo en el piso tapados con cobijas de aluminio.  En los videos se ven a los niños tratando de escalar las jaulas en las que están encerrados.  Si, jaulas, no celdas, no salas, no dormitorios…. jaulas. Los audios conmueven al oírse vocecitas asustadas que piden ir con sus parientes, que lloran suplicando que no se los tenga ahí, voces que contrastan con las de los policías que se burlan o los mandan a callar.

Más de 2,300 niños permanecen detenidos en las instalaciones de este centro, aunque el jueves 21 de junio el presidente Trump firmó un decreto ejecutivo que prohíbe la separación de los niños de sus familias.  Trump no tuvo otra salida que hacerlo por la presión de la prensa, de las redes y de su familia, ya que su esposa, Melania Trump, y su hija, Ivanka Trump, se mostraron totalmente opuestas a Donald Trump, quien a la firma del decreto dijo “No me gusta ver familias separadas”, cambiando -curiosamente- su discurso de ‘tolerancia cero’ para la inmigración ilegal.

Este decreto detuvo la separación de los niños de las familias pero todavía es incierto lo que vaya a ocurrir con los niños detenidos, por lo cual, la misma Melania Trump viajó intempestivamente a Texas para visitar el centro y manifestó en su cuenta de Twitter “Quiero preguntarles cómo puedo ayudar para que estos niños se reúnan con sus familias lo más rápido posible”, ya que muchos de los padres están detenidos y enfrentan procesos judiciales que no se saben cómo ni cuándo terminarán, con lo que las criaturas estarían desvalidos.

Las escenas que circularon por las redes sociales y que aparecieron como titulares en los medios de comunicación mundiales, constituyen una vergüenza para Estados Unidos que se autodefine como la tierra de la libertad.   El hecho es digno de un estado fascista porque constituye una violación a los derechos de los niños de vivir en familia y libre de violencia, entre otros.  Hasta el día de la firma del decreto, por parte de Trump, niños estadounidenses protestaron, junto a sus padres, llevando mantas de aluminio, frente a la Casa Blanca pidiendo la reunificación de los infantes detenidos con sus familias.

Incluso una delegación de senadores fue a visitar el centro, y confirmaron que estaban enjaulados y presentaban signos de trauma psicológico ante una situación que no lograban explicarse, ya que al inicio les advierten que van a estar ahí por unos días, pero al convertirse esos días en meses, los niños caen en una desesperación por estar lejos de su familia.  Un ex empleado del centro, Antar Davidson, declaró a la BBC que la política del centro es que los niños no se toquen, es decir, que hasta les impiden que se abracen.  Davidson renunció cuando no pudo soportar el trato que se les daba a las criaturas que tendían a abrazarse, como para protegerse al sentirse abandonados y vulnerables en un medio desconocido y hostil.

De igual forma, el periodista de CNN, Brian Karem, en una rueda de prensa en la Casa Blanca con la vocera Sarah Sanders, le increpó diciendo “Esta gente cruzan la frontera sin nada, no tienen nada y ustedes (el gobierno) les quitan a sus hijos”.

Como migrante, creo que la migración debería ser un derecho humano, porque la historia de la humanidad esta plagada de ejemplos donde masas de gente se mueven por diferentes razones, incluso la misma naturaleza muestra diferentes especies que emigran.  Pero, en la época actual, la migración debería ser regulada, basada en normas de seguridad y solidaridad para las personas que optan por ella.  Muchas mafias organizadas se aprovechan del deseo de buscar mejores días y trafican con personas, en las peores condiciones de riesgo, abuso y vejámenes que pueden ser sometidos para llegar a su destino final.  Particularmente, los niños, que muchas veces viajan solos, están sujetos a toda clase de peligros, parecería que las criaturas si logran librarse de los coyotes y cruzar la frontera, son presa fácil de las patrullas migratorias que los arrebatan de sus padres para enjaularlos como ocurre en la frontera entre Estados Unidos y México.

Este nefasto centro de detención infantil esta ubicado en Texas, cuyo lema es “Recuerden El Álamo”, como un grito de venganza contra los mexicanos que no olvida cuando los del sur sitiaron y ocuparon esa localidad en 1836, cuando el territorio texano era mexicano.  Parece que, aunque ha pasado algo menos de un siglo, este grito de venganza se está consumando en los hijos de los inmigrantes (en su mayoría mexicanos) bajo el atizo de Donald Trump que asegura que Estados Unidos esta “infestado” de inmigrantes, olvidándose que el mismo proviene de una familia inmigrante alemana y su esposa, Melania, es inmigrante eslovena, o acaso sus palabras no son aplicables a ellos porque son blancos?.

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