18 de Noviembre de 2015 a las 13:30
Por: María Marín
Durante 15 minutos recorrí todo el centro comercial buscando un espacio libre para estacionarme, por fin, vi a una dama que caminaba hacia su auto. Aceleré para colocarme en el lugar que dejaría, y esperé pacientemente a que la señora guardara todas sus pertenencias en su camioneta. Las luces de reversa se encendieron indicando su partida, suspiré de alivio y retrocedí un poco para que ella saliera. De repente, un señor que apenas llegaba, aceleró su auto y descaradamente se metió en el espacio que yo aguardaba. ¡Sentí que echaba humo por la cabeza! y el coraje me hizo tornar del mismo color que la camioneta roja de la señora.
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