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Las hijas de los generales

22 de Noviembre de 2013 a las 16:04

Autor : Anabelle Chacón

Súmese a esto las medidas económicas y políticas tomadas por el presidente venezolano Nicolás Maduro como la fijación de los precios de los productos y la creación del Ministerio de la Suprema Felicidad, resulta aún más difícil ignorar estos eventos y concentrarse en algo diferente. 

Los dos personajes, ya fueron analizados anteriormente; sin embargo, merecen un breve comentario. 

 

Rob Ford y Nicolás Maduro tienen mucho en común.  Primero que nada, los dos son personajes traídos de los pelos, para usar una expresión popular, ya que no escuchan ningún consejo racional frente a sus actitudes completamente descabelladas que están sumiendo a sus ciudadanos, de Toronto y Venezuela respectivamente, en el abismo.  Ford debe irse, pero ya lo mencioné una vida que se vive en la miseria no puede mostrar un acto digno y partir para que la ciudad avance y recupere su buena imagen a la cual él la ha llevado a los suelos.  Maduro pretende establecer manejar la economía a la fuerza, mientras el mercado sea libre y haya demanda y oferta, esto es imposible; por otro lado, pretende que los venezolanos sean felices por decreto, hasta adelantó la Navidad (sí lo está leyendo correctamente) para este mes para que sus ciudadanos sean felices desde ya.  Así de simple.  Pronto será un delito ser infeliz en Latinoamérica, porque esta idea no es un privilegio de Venezuela sino que en Ecuador ya hay un antecedente con el Ministerio del Buen Vivir (por lo menos el nombre es más discreto) aunque sería mejor que esos recursos se destinen a trabajo, educación y salud, porque –como decía Cantiflas- “Las personas deberían reír más, pero después de haber comido”.

 

Volviendo al tema de las hijas de los Generales, es curioso lo que ocurre en Chile.  Jugadas del destino puso a dos damas en los lados opuestos de la moneda por el sino con el que corrieron sus padres 40 años atrás.  Esta es la historia de dos amigos, compañeros de armas, Alberto Bachelet y Fernando Matthei.  Los dos generales de la Fuerza Aérea Chilena.  Al momento del golpe de estado del 11 de Septiembre de 1973, Alberto apoyó al Presidente Allende y por ello fue apresado y torturado hasta que murió meses más tarde como consecuencia de las torturas.  Fernando en cambio apoyó a Pinochet, aunque en ese momento se encontraba en Londres; sin embargo, más tarde formó parte de la Junta Militar que gobernó Chile en este período de dictadura. Sus hijas, Michelle y Evelyn, se conocen desde la niñez, desde la época en que sus padres eran amigos, amigos de verdad, porque –incluso- Fernando fue a visitar a Alberto cuando estaba en prisión, pero no pudo hacer nada para salvarlo.  Incluso, según el libro “Hijas de General” de Rocío Montes lanzado hace unos pocos meses, en 1958 los dos oficiales militaron en la misma base de Cerro Moreno y las niñas asistían a la misma escuela y jugaban siempre, montaban bicicleta, porque vivían frente con frente.

 

Estos destinos de sus padres paralelos en su inicio y luego divergentes, hizo que los de sus hijas también lo sean.  Ahora las dos se han enfrentado en las urnas chilenas haciéndose evidente que el pasado de la historia trágica de la dictadura chilena todavía está presente y quienes estaban en su niñez cuando fue el golpe de estado ahora están en su edad adulta y son los llamados a dirigir los destinos del país.  Esto indica que Chile necesitará por lo menos una generación más para que el panorama político cambie y no tenga ataduras a este pasado tan doloroso para el pueblo chileno.

 

Michelle Bachelet, como profesional, es una pediatra; como política, su tendencia es socialista; como mujer, divoricada y madre de dos hijos.  Ella y su madre también fueron apresadas y torturadas antes de ser exiliadas.  A su regreso, su actividad política fue determinante y llegó a ser la primera presidenta mujer en el período del 2006 al 2010.  Como en Chile no es posible la reelección inmediata, y a nadie se le ha ocurrido cambiar la constitución para que así sea,  entregó el poder al actual presidente, el conservador  Sebastián Piñeira, en una muestra de madurez política y respeto a la democracia.  No como otros países donde las constituciones se van cambiando de acuerdo a la conveniencia política.  Este respeto que existe en Chile hace que internacionalmente se lo vea como un país estable.

 

Evelyn Matthei por su lado es una economista, casada con otro economista ex director del Banco Central de Chile, tiene tres hijos y su pasión es el piano, ya que es concertista profesional. Concidencialmente, trabajó en las empresas del actual presidente chileno con quien es copartidario y se ha desempeñado como su ministra y como senadora en diferentes períodos.

 

Independientemente de los resultados electorales, lo curioso de esta historia es como el destino, por así llamarlo, nos ubica en la vida.  Dos personas que tenían el mismo estilo de vida, las mismas circunstancias, en un momento determinado sus vidas cambiaron completamente y se fueron por rumbos completamente distintos, igualmente sus ideales, sus circunstancias.  Tal vez, producto de la detención de su padre y su precipitada muerte, la joven Michelle se identificó con los sufrimientos del pueblo y esto le sensibilizó socialmente y de ahí para adelante todo es historia.  En cambio para Evelyn, el hecho de que su padre fue un actor de la dictadura hizo que su juventud esté marcada por la opulencia y los círculos de poder que la mantenían alejada de la realidad de su país y vivía en el mundo exclusivo de Pinochet.  Obviamente, viviendo así, su visión social y política se contrapone con la de Michelle. 

 

Parece inevitable pensar que hubiese pasado si los papeles se invertían para los generales, qué hubiese pasado con Michelle y con Evelyn.  Creo que no serían las mismas que son ahora, pero tampoco se podría asegurar que intercambiarían destinos, como ocurre en esas películas americanas, como por arte de magia, por la sencilla razón que la vida no es tan simple.

 

Como el “hubiese” no existe, más que gramaticalmente, el destino de Chile no está dicho todavía y las hijas de los generales tendrán que seguir en la contienda de la segunda vuelta electoral. Solamente le deseamos lo mejor para que el pueblo chileno tenga un Gobierno que atienda las necesidades de su gente que, según la revista Economics, Chile ha alcanzado un alto desarrollo regional pero la brecha entre ricos y pobres también se ha acentuado. 

 

Mientras tanto nosotros aquí en Toronto seguiremos lidiando la vergüenza ajena que nos produce el Alcalde Ford.

 

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