ARTICULO

SI VAS PARA CHILE…

07 de Septiembre de 2013 a las 22:51

Te ruego que pases…

Por donde vive mi amada.  Así reza la tradicional canción del hermano país de Chile.  Tengo la suerte de escribir este artículo mientras estoy en Santiago, disfrutando de sus lugares y visitando a mi hermana y su familia.  Todos estos días que he estado aquí ha sido para descubrir cada uno de sus rincones.

Hacer un viaje a Rancahua, San Fernando por tren teniendo como paisaje eterno los Andes, fue una experiencia maravillosa.  No podía desprenderme de la ventana del tren y dejarme de maravillar de la cordillera nevada que se extiende, como paralela a las rieles, a lo largo de todo el territorio.  Los Andes están presentes en Chile como un muro blanco infranqueable que custodia y protege a los chilenos.  Su sola presencia justifica el viaje.

Pero las sorpresas que aguardaban por ser descubiertas en Santiago eran no menos que esta vista.  La capital chilena se prepara para la celebración de los 40 años del Golpe de Estado de Pinochet y esto es un hecho que todavía causa mucha susceptibilidad entre los chilenos. Me decían que en Chile hay algo que no se menciona y es esto precisamente, algo así como un tabú que indica que todavía hay heridas abiertas.  Me llamó la atención que en una reunión de apoderados, en el colegio de mis sobrinos, cuando se preguntaba sobre qué va a ocurrir el 11 de septiembre, si habría clases o no, nadie sabía nada y lo único que se recomendaba es que ese día se trate de permanecer en casa.  Referente a esto, me sorprendió ver en la televisión un reportaje sobre las “imágenes prohibidas” de lo ocurrido durante la dictadura de Augusto Pinochet, entre ellas la más impresionante es en la que se puede ver como los presos son embarcados a un helicóptero, conducidos al mar y arrojados.  Hechos que se saben que ocurrieron, pero que solamente ahora salen a la luz pública con imágenes auténticas.  En la Plaza de la Constitución hay una carpa con una exhibición permanente sobre la ascensión al poder de Salvador Allende.

Santiago es una ciudad amigable.  Un detalle que la hace diferente es el respeto hacia los perros callejeros, llamados “vagos”, que son cuidados por toda la ciudadanía quienes les proveen de alimento y, durante el invierno, los visten con abrigos que los protejan.  Su presencia en la ciudad es un detalle pintoresco porque, además de ser numerosos, son grandes y robustos.  Incluso, conversando con un carabinero, nos mencionó que él tiene la orden de arrestar a quien se atreva a maltratarlos.

La gastronomía santiaguina se deleita con sus mejores banquetes en el Mercado Central, allá Donde Augusto, donde la exquisitez se plasma en la centolla, un cangrejo enorme que es una delicia y la forma de servirlo se vuelve todo un espectáculo.  El folklore chileno tampoco podía faltar y el show en Los Buenos Muchachos, que lo conjuga con el arte culinario.   Santiago es, como toda ciudad latinoamericana, un sitio de contrastes que se pueden ver en la pobreza de Espejo y la riqueza de Vitacura, que reflejan la injusticia en la toda se vive en nuestros países.

En el recorrido al país hermano se completó con el viaje a la Isla Negra, donde está la casa favorita de Pablo Neruda y donde descansan sus restos.  La visita es toda una maravilla y su sola visita ya justifica la ida a Chile.  La casa refleja el espíritu del poeta en toda su magnitud.  Completamente decorada con un ambiente marino donde Neruda satisfizo sus frustraciones náuticas y se convirtió en un auténtico marino en tierra.  Así mismo, su espíritu de niño se mantuvo en las más sutiles colecciones de conchas y juguetes de su infancia.  La vista hacia el mar, desde todos los ángulos es fantástica y uno no puede dejar de imaginarse el atardecer del sol ocultándose tras el horizonte con el marco del mar que golpea las rocas, un espectáculo que Neruda lo contemplaba todos los días desde su habitación donde su cama está orientada hacia el poniente donde tiene dos ventanales que permiten esta vista.

El recorrido por la costa chilena, me llevó a Valparaíso, un imponente puerto donde también están anclados grandes y numerosos buques de guerra de la armada chilena.  Fue impresionante ver la presencia de un submarino que surcaba el puerto salvaguardándolo.  El mar se mostró generoso y su navegación fue fácil y placentera para contemplar desde lejos la vista de la bahía que mostraba incipiente los resplandores de la noche.
No podía faltar la visita a visita a Viña del Mar, solamente contemplar la explanada donde se ubica la Quinta Vergara que cobija el famoso festival, daba una sensación de grandeza saber que ahí se presentan los mejores representantes de la música hispana, donde “el monstruo”, como le llaman a la muchedumbre que asiste, aprueba o desaprueba al exponente.  Pero lo más bonito todavía faltaba por verse.  En un mirador, en Reñaca, contemplar el mar y las estrellas fue la mejor recompensa del viaje.  Ubicar la estrella de sur –brillante, grande y luminosa - frente a las demás explica inmediatamente su presencia en la bandera chilena.  El poder verla e identificar a un lado de la Cruz del Sur, fue volver a sentirme en casa, donde pertenezco, soy del sur del continente, donde conozco hasta las estrellas.  No me había dado cuenta de cuánto extrañaba este paisaje celestial, porque allá en el norte me tocó aprender hasta la ubicación de las estrellas.
Si vas para Chile.  Fue una canción que la aprendí de una profesora chilena cuando tomaba mis primeras lecciones de piano, allá por los años 70.  Cada vez que la entonaba, no podía detener sus lágrimas y me decía lo difícil que fue dejar su amada patria.  Esto solamente lo entendí cuando décadas más tarde me tocó emigrar y ahora la vuelvo a recordar; y, al recordarla la vuelvo a entender porque su querido Chile es… simplemente maravilloso. … y verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero.

 

Foto tomada en La casa de Pablo Neruda en Isla Negra.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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