ELECCIONES EN INDIA El fin de la era Nehru - Gandhi

Por: Anabelle Chacón Castro 

India es un gigante.  Si se habla de territorio, es el séptimo país más grande del mundo.  Si se habla de población es el segundo país más poblado con 1.2 billones de personas, que significa que un quinto de la población mundial vive en la India.  Solamente China lo supera en estas cifras, aunque cabe indicar que con su tasa de natalidad pronto lo superará.

Obviamente, estas cifras hacen que India siempre sea noticia en el contexto mundial.  India es la democracia más grande el mundo, con 814 millones de votantes; esta es una cifra enorme porque si se compara con las elecciones de Estados Unidos, se asemejaría al total de seis elecciones en ese país. El padrón electoral creció en 100 millones más de votantes desde la última elección parlamentaria del 2009.  De los electores, el 20% lo harán por primera vez, en un país donde el promedio de edad es de 26, significa que los jóvenes son un ingrediente importante al momento de elegir.  La participación de los partidos políticos también se ha disparado, 55 que existían en 1952 ahora participaron 370. 

La principal preocupación de la India es la creciente inflación, pero también lo es la corrupción.  Con un Parlamento con 584 representantes, donde el 30% tiene acusaciones delictivas y de ellos la mitad con acusaciones graves como crimen y secuestro, la credibilidad de la clase política está por los suelos.  Además la financiación de los políticos proviene, en un 75%, de fuentes no reveladas, lo cual hace oscuro los propósitos para los que sirven. Esta es otra muestra de los que ocurre cuando un partido o un líder trata de perpetuarse en el poder y no deja que nuevas ideas gobiernen y se cumpla el ciclo propio de la democracia.

Con este panorama se llegó al proceso electoral final del 12 de mayo, donde resultó electo el candidato de la oposición Narendra Modi, quien consiguió una victoria arrolladora en las elecciones generales de India, y los resultados parciales mostraron que el partido nacionalista pro-empresarial del país aplastó a la dinastía en el poder, Nehru-Ghandi, que abandona el dominio de la nación en la completa ignominia, al lograr tan sólo 50 escaños parlamentarios; sin embargo, en un gesto de nobleza, el actual Primer Ministro de la India, Manmohan Singh, llamó a Modi a felicitarlo y reconocer su triunfo.

Modi resulta ser un “outsider”.  Este ex vendedor de té de 63 años, puso fin al dominio de la dinastía Nehru-Gandhi, que ha gobernado el país durante la mayor parte de los 67 años de independencia de India.  Con más de seis veces los escaños obtenidos por su rival más cercano, el mandato de Modi será el más fuerte de un líder indio desde que el asesinato en 1984 de la primera ministra Indira Gandhi impulsó a su hijo al Gobierno. Desde 1989, India ha sido gobernada por coaliciones, que han fomentado la corrupción para lograr los votos necesarios para las reformas.

A diferencia de sus predecesores, Modi no tendrá que pactar con socios de coalición disidentes cuando aplique las reformas, porque cuenta con una mayoría en la Cámara Baja, pero tendrá que negociar con la Cámara Alta para implementar las reformas. Esto podría propiciar profundos cambios económicos y Modi intentará replicar el éxito que ha tenido en Gujarat, donde se ha desempeñado como gobernante.

La población india espera cambios inmediatos pero, con una economía venida a menos que está sufriendo la peor desaceleración desde los 80; y, una población exponencialmente creciente, problemas sociales, tradiciones arraigadas y totalmente anacrónicas, el panorama no es alentador.  Pero, resulta alentador saber que India ha cumplido una principio de alternabilidad de la democracia y, aunque Manmohan Modi, no pertenezca a la legendaria dinastía Nehru-Gandhi, traiga a la actualidad los principios de cambios pacíficos a una sociedad llena de discriminación e injusticia tal cual lo soñaba Mahatma Gandhi, el alma grande de la India y lo lleve a la modernidad.