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LA INTEMPERANCIA DEL DESAFIO No hace falta vivir al filo del abismo.

04 de Junio de 2015 a las 09:24

DEAN-POTTER

Por: Anabelle Chacón Castro

Las situaciones desafiantes nos generan una adrenalina que nos causa placer. Si no fuese así no existirían los parques de diversión que generan miedo y sufrimiento en las personas, irónicamente, para que se diviertan. Me gustan los desafíos y los enfrento con estoicismo, pero el tiempo y la edad me ha ido mesurando en mis decisiones y ahora lo pienso dos veces antes de subirme a una montaña rusa.
 

Este sentimiento dual de encontrar el placer en el sufrimiento ha hecho que se levante una serie de actividades que desafían las situaciones más absurdas por un instante de gozo. Incluso se han formado industrias de entretenimiento en torno al tema. Es cada vez más frecuente este tipo de actividades atraen a la gente para que superen sus propios miedos y los sobrepasen; sin darse cuenta que estos miedos también son creados.  Muchos de los productos que se ofrecen en el comercio son necesidades creadas más que reales y, el mercadeo que se hace, se basa en hacer pensar que lo necesitamos. 
 

No difiere en nada este principio que también es aplicable a la « industria del miedo », en cualquiera de sus formas, sea como entretenimiento o como rutina. Basta ver como se ha incrementado la seguridad en los aeropuertos para saber que vivimos bajo una amenaza permanente que nos atemoriza y nos lo recuerdan en cada anuncio por los parlantes que nos dice que se debe estar pendiente de cada paquete extraño. En el entretenimiento, nos preguntan si –por ejemplo- somos capaces de caminar fuera de la CN Tower, como si fuese necesario hacerlo en la vida diaria y hay que superarlo para vivir en paz; de cualquier forma, el objetivo final es que sintamos el miedo y busquemos la forma de superarlo.
 

Bajo esta perspectiva, hay personajes que viven al filo del abismo, completamente literal. Como Dean Potter, 42 años, un atleta de deportes extremos que desafiaba las alturas lanzándose al vacío y volar libremente hasta abrir su paracaídas, o traje alado, para evitar el impacto de último momento. No contento con vivirlo él, incluyó en sus hazañas a su perro Whisper (Susurro), que sin voluntad de acordar o disentir, fue empacado en una mochila y obligado a seguir a su amo, como si fuese normal para un perro ser lanzado al vacío. No puedo imaginar el miedo que habrá sentido el pobre animal, sin la capacidad siquiera de elegir. Por supuesto, que vivir así no lleva a ningún lado y Potter, conjuntamente con su obligado fiel compañero, el 16 de mayo, pagaron el precio con su vida al estrellarse su cuerpo contra el acantilado de Parque Nacional de Yosemite en California; pero también se llevó consigo a un joven pupilo, Graham Hunt, de 29 años, que le seguía en su fatal trayectoria y tuvo el mismo destino: la muerte.
 

¿Es esto necesario? Porque si la vida nos obliga a enfrentar nuestros límites, es diferente pero no hay necesidad de buscarlos. A veces la intemperancia (falta de moderación) del desafío puede rayar en la estupidez, y ésta siempre nos va costar muy caro.

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