LOS OSCARES Una ceremonia con todos los tonos.

Por: Anabelle Chacón Castro

Como cineófila que soy, no puedo perderme el evento y esperar que se haga justicia a mis preferencias; cosa que escasamente pasa, pero que año tras año vuelvo a repetir con esperanza de que sea diferente y lograr coincidir con los resultados de los jueces; o más bien que ellos coincidan con los míos. El día domingo 22 de febrero se presentó la entrega número ochenta y siete de los premios Oscar. Con un gran despliegue de la alfombra roja, las estrellas hollywoodenses hicieron gala de su mejor carisma para agradar al público. En una ceremonia como esta, que es transmitida a cien países, no puede faltar lo bueno y lo malo; obviamente, pasando por lo ridículo y lo inesperado.

Lo bueno, el encanto del cine que eso por sí solo concita la atención de todos. Creo que nadie puede negar el encanto de la pantalla grande y que no se puede ignorar las películas que se presentan. Siempre hay una excusa para ir al cine, sino no es por nosotros mismos, será por amigos o por los hijos que terminamos sentados en la butaca y disfrutamos los minutos de las cinta. Incluso, a veces, para concluir que no nos gustó. Lo malo, que en las nominaciones estuvieron ausentes actores y actrices de color o de origen hispano. El predominio de la raza blanca estuvo presente, aunque al momento de hablar de categorías más técnicas si lo hubo, tal así que fue galardonado como mejor director el mexicano Alejandro González Iñárritu y como mejor película su “Birdman”.

Lo ridículo, siempre es la nota jocosa de Hollywood y esto ocurrió cuando el maestro de ceremonia, Neil Patrick Harris, se presentó en ropa interior y continúo la ceremonia como si nada. Quería superar a Ellen De Generis, que el año pasado ordenó pizza para el público y llamó a varios a tomarse un autorretrato (no me es necesario usar la palabra “selfie”).

Lo inesperado, y quizás inaudito, fue cuando Sean Penn, luego de una presentación magistral, como la gran estrella que es, al anunciar al ganador al mexicano González Iñárritu como el  Mejor Director, se le fue el comentario “¿Quién le dio visado a este hijo de p…?”. Pero las sorpresas no se dejaron esperar. La sensibilidad sobre los comentarios del maestro de ceremonia expresamente dirigidos a la actriz Octavia Spencer, quien ganó el Oscar en el 2012 como mejor actriz secundaria por su papel en la película “Criadas y Señoras” (The Help) en una clara mención a su papel de empleada doméstica e incluso con el mal gusto de su comentario que no se mueva ni siquiera para probar un bocadillo, con franca alusión a su peso.

Por otro lado, los discursos de agradecimiento con mensaje social y político tampoco se dejaron esperar. El primero fue el de la ganadora como actriz secundaria, Patricia Arquette, que siempre se ha caracterizado como activista y aprovechó la espléndida oportunidad para decir: "Hemos luchado por la igualdad de derechos de todo el mundo. Ya es hora de que haya igualdad de salarios de una vez por todas e igualdad de derechos para las mujeres en los Estados Unidos de América", ampliamente vitoreada por la respetable Meryl Streep y la brillante Jennifer López. Para sellar la noche, el mejor director, el mexicano González  Iñárritu dijo: "Quiero dedicar este premio a mis compatriotas mexicanos, aquellos que viven en México. Rezo para que podamos construir el gobierno que nos merecemos. Y a los mexicanos aquí, que son parte de la última generación de inmigrantes, rezo para que los traten con la misma dignidad y respeto que los que vinieron antes y construyeron esta increíble nación de inmigrantes”, dejando sentado unas palabras memorables que serán nombradas, tal vez, más que su misma película.

Una noche más para las estrellas y para quienes lograron inmortalizar su nombre con letras mayúsculas como premiados por el codiciado Oscar. La noche terminó, pero nos deja el grato recuerdo de saber que entre esas estrellas hay quienes miran hacia abajo y piensan en quienes no tienen la suerte de brillar como ellas.