¿Por qué no logran tumbar a Maduro del Gobierno de Venezuela?

Todo apunta a que el presidente Nicolás Maduro no cae por el apoyo irrestricto de la Fuerza Armada Nacional de su país, pero especialmente de sus altos mandos, que fueron comprados con puestos en los ministerios, porque los militares de más bajo rango, alguno de los cuales ya han pedido refugio en Colombia, se le estarían volteando al mandatario, porque no están de acuerdo con la represión contra el pueblo que está saliendo a protestar y mucho menos con la muerte de manifestantes.

IDITORIAL- .Venezuela hace rato tocó fondo, la crisis económica, política y social ya es a todo nivel, y está afectando tanto a chavistas, como opositores al Gobierno. Los 30 muertos que han dejado hasta el momento las protestas, los más de 800 retenidos, los 400 heridos, los 100 presos políticos, el cierre del congreso, a lo que se suman las marchas multitudinarias durante casi un mes, harían caer a cualquier gobierno, pero Nicolás Maduro, Presidente de Venezuela, y su equipo de Gobierno, sigue ahí, pese a que es el gobernante más impopular de toda América. 

Hambre, miseria, muertos, enfermos, falta de alimentos, medicamentos, una inflación galopante, deterioro del sistema de salud, desempleo, salarios que no alcanzan para nada, inseguridad, aumento de la criminalidad, delincuencia  y un pueblo cansado de esperar por un cambio, seguramente habrían derrocado cualquier gobierno, pero los altos mandos militares, algunos de los cuales están siendo acusados de narcotráfico, están haciendo todo lo posible para no dejarlo caer. Ellos, ya no solo realizan su trabajo de defensa o de seguridad como manda la Constitución, sino además están al frente de varios ministerios, y en altos puestos de gerencia del Gobierno recibiendo millonarios salarios, pero además son los que ordenan enfrentar a los manifestantes.

Otros pilares que sostienen a Maduro son: el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Electoral, entras otros poderes que están bajo el control del Presidente, quien se quería quedar además con el manejo de Congreso, o la Asamblea General, lo que causó la gran reacción mundial y especialmente de los venezolanos que siguen saliendo a protestar, pese a la represión violenta que deben enfrentar.

Para muchos analistas internacionales resulta desconcertante que el poder a un mandatario, que en otra parte del mundo muy probablemente ya habría sido destituido o forzado a renunciar, siga galopando, pese a todos los errores que comete, pero todos apuntan a que los que lo sostienen, son altos mando militares de Venezuela, que saben que al caer el mandatario, ellos serás arrastrados e investigados por los que han hecho, algo que también temen ministros, y altos funcionarios de este estado fallido. El temor a caer es tan grande, que ya muchos de ellos han escapado o están intentado escapar a otras naciones, incluido EE.UU., en donde varios ex chavistas están disfrutan de millonarias fortunas que obtuvieron gobernando con Chávez o con Maduro, como lo han denunciado venezolanos en La Florida.  

La cifras de Venezuela habla por sí solas de un mal Gobierno, que no termina de caer, la tasa de inflación más alta del mundo (720 por ciento a fines de este año y se estima que estará en 2.068 a fines del 2018, según el FMI), miseria comprable con lo que pasa en Haití, donde la gente vive de los que otros arrojan en la basura.  Toda la crisis ha generado una ola insostenible de manifestaciones contra el Gobierno, que aumenta en número de insatisfechos, pero también de muertos, heridos, y retenidos, de personas que resolvieron salir a protestar porque literalmente ya no aguantan más.

A los militares hay que sumarle los millones de chavistas que se acostumbraron a vivir del Gobierno, que viven de la burocracia en este país, y salen a marchar cada vez que su presidente y sus ministros se lo solicitan. A ellos hay que agregarles un fuerte grupo armado de civiles, que supuestamente respaldados por el Gobierno, que están imponiendo su ley en los barrios de Venezuela, asesinando a personas que salen a protestar.