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04 de Septiembre de 2015 a las 09:14

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Por: José Ridoutt Polar

TIFF 2015: A una semana del comienzo del Festival de cine de Toronto, aquí 2 películas latinoamericanas para no perderse:


elclub

EL CLUB
Pablo Larraín (Chile)
Lo nuevo de Larraín (después de la notable Tony Manero y de las interesantes Post-Mortem y NO) es una demoledora crítica a la Iglesia católica chilena. "El club" nos sitúa en una casona de un pueblo costero, donde un grupo de sacerdotes se encuentra haciendo penitencia por graves pecados cometidos. Cada uno de ellos cometió un pecado que lo ha convertido en fugitivo. Los hay que cometieron abusos y fueron relegados por las autoridades eclesiásticas. Los hay enfermos, que tienen padecimientos mentales, problemas existenciales o sólo están viejos o cansados. Cualquiera sea la causa del arribo, eso sí, se trata de gente aislada de la sociedad. Ahora deben vivir de acuerdo a un estricto régimen, bajo la atenta mirada de una mujer que los cuida. La frágil estabilidad de su rutina se verá interrumpida por la llegada de un quinto sacerdote, quien viene con la resolución de investigar y cerrar la casa que los acoge de forma definitiva. La película nos lleva inmediatamente a las sensaciones del lugar. Larraín hurga en las conciencias de estos sacerdotes que son incapaces de reconocer su culpa, que encuentran justificación tanto para los abusos a menores como para el robo de niños. Sin embargo, lejos de quedarse en la mera denuncia, da un paso hacia el humor negro, lo que vuelve su crítica aún más mordaz. Los planos son amplios, pero la atmósfera es asfixiante, incómoda. Las actuaciones de Alfredo Castro (actor fetiche del director), Antonia Zegers, Alejandro Goic, Alejandro Sieveking, Jaime Vadell, José Soza y Roberto Farías son brillantes, totalmente contenidos, interpretando a estos sacerdotes cuyo pasado los condena pero no los persigue. Larraín compara el rebaño eclesiástico de su película con otros clubes que también se caracterizan por meter la basura bajo la alfombra a cambio de una membresía. "En Chile hay muchos clubes que son deportivos y donde debes pagar una mensualidad para poder ser parte de ellos, hay clubes que son partidos políticos, hay clubes que son empresas sociales, clubes de ajedrez, clubes de rayuela... hay toda clase de clubes, pero también hay uno que es la iglesia y que se porta de una manera muy distinta a la que pregona a través de expresiones como la fe, el perdón o el amor al prójimo", sintetiza.
 

A diferencia de otras, la longeva institución romana ha perfeccionado su sistema de protección de sus miembros a un costo que apenas puede ocultar. Sobre la práctica que aparta a los acusados de abuso sexual, líos financieros o de franco conflicto con los derechos humanos a través de una jubilación temprana en estos retiros espirituales, Larraín compara las doctrinas: "Cuando la iglesia se relaciona de esta manera con sus propios pecados, entonces aparece la pregunta esencial.
 
"¿Por qué una institución piadosa que quiere difundir las enseñanzas de Cristo, nos pide a todos que seamos humildes y que sepamos pedir perdón, pero a la hora en que la sociedad entera les hace preguntas sobre su comportamiento reacciona de manera tan poco piadosa y no es capaz de pedir perdón?. Acá finalmente estamos ante una historia de impunidad".
 
Nuestra película trata de entrar ahí y llegar "al lavadero de la iglesia" para entender cómo funcionan ciertas cosas, pero sin un afán de denuncia porque no somos periodistas que quieren denunciar las cosas para que éstas cambien", comenta.
 
"Quienes hacemos cine no podemos estar aislados de la realidad. No puedo no ver lo que está pasando. Estudié en un colegio católico formado por sacerdotes, algunos de los cuales están presos, otros siguen ejerciendo y otros están desaparecidos. Esta película es sobre esos curas perdidos que la iglesia metió en una casa en la playa para que la gente no los viera y eso me parece tema interesante para una película.



magallanesMAGALLANES
Salvador Del Solar (Perú)
La película se adentra en las consecuencias del conficto que vivió el Perú con Sendero Luminoso. La historia, basada en un relato del escritor Alonso Cueto, narra el vuelco en la vida de Magallanes, un taxista de Lima, cuando un día se sube al automóvil una mujer a la que conoció durante los violentos años en que fue soldado del ejército peruano y luchaba contra Sendero Luminoso. Este inesperado reencuentro con el oscuro pasado que les une impulsará a Magallanes a embarcarse en un arriesgado plan para ayudar a la mujer que tiene graves problemas económicos y así buscar su redención. Después de nueve años detrás del proyecto, enormes problemas de financiación y muchas veces a punto de abandonar, Salvador del Solar, actor licenciado en Derecho, que con Magallanes se estrena en la dirección, aseguraba que saca de toda esta experiencia una clara enseñanza: "Aquí no se trata de prisas, sino de hacer la tarea. Estoy muy orgulloso de no haber tirado la toalla en las múltiples oportunidades que sentí que era lo que debía de hacer". Magallanes, una producción de Perú, Argentina y Colombia con un presupuesto de 650.000 dólares, está protagonizada por el mexicano Damián Alcázar, el argentino Federico Luppi, el colombiano Jairo Camargo y los peruanos Magaly Solier, Christian Meier, Bruno Odar, Tatiana Astengo y Tatiana Espinosa..


El director, de 44 años, señaló que tiene claro el compromiso personal por recordar aquellos años trágicos de enfrentamientos entre el ejército peruano y Sendero Luminoso, que ocasionaron miles de víctimas, "por el deseo de no volver a pasar por ese trauma". "Más que un ejercicio por abrir las heridas, Magallanes es un intento por ayudar a comenzar a cerrarlas. Antes que una película política la siento y la concebí como un filme profundamente personal desde el punto de vista de los dos protagonistas. No busca tener implicaciones sociales y políticas, sino trata de ver cómo dos personas, sin ninguna intención de recordar el pasado, se enfrentan a un reencuentro inesperado. Es necesario mirar hacia adelante, lidiar con lo que tenemos".

A Salvador del Solar se le recuerda por su personaje del capitán Pantaleón Pantoja en el clásico del cine peruano "Pantaleón y las Visitadoras", película en la que fue dirigido por Francisco Lombardi. En ambos oficios (el del actor y director) existe el deseo de contar historias. "Durante el trabajo me daba cuenta que me interesaban cómo estaban escritas las escenas, se me ocurrían sugerencias y comencé a tener receptividad por parte de mis directores. Algunos, incluso, me dieron la idea de dirigir". Lo que me interesa contar es un reencuentro entre dos personas que no han conseguido liberarse del pasado que las vinculaba y que en este acercamiento descubren cosas que se habían oscurecido en su memoria y que no son agradables. Me gusta eso como estímulo para la historia, para los actores, para el público.

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