Canada firmó con la Unión Europea el más ambicioso tratado de libre comercio
01 de Noviembre de 2016 a las 20:03
Con el Primer Ministro Canadiense a bordo, la UE y Canadá firmaron oficialmente la creación de un espacio de libre comercio trasatlántico del que se beneficiarán 550 millones de personas, pero especialmente empresarios. El acuerdo denominado CETA, acrónimo en inglés de "Comprehensive Economic and Trade Agreement", que por poco y no se realiza por algunos problemas con Bélgica, es considerado el más ambicioso acuerdo comercial entre América y Europa.
OTTAWA.- Para el mundo de los negocios el tratado firmado entre la Unión Europea (UE) y Canadá, que se conoce como CETA, es uno de los más ambicioso del mundo, porque tendrá como clientes a más de 500 millones de consumidores en los dos continentes, al eliminar barreras arancelarias e introducir normas especiales para incrementar el comercio, lo que facilitará que las empresas puedan funcionar en todos los países que hacen parte del acuerdo.
"El CETA es el mejor y el más progresista negociado nunca por la UE", declaró tras la firma el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, para quien el acuerdo fijará los estándares de la veintena de acuerdos de libre comercio que negocia la UE con otros países.
Luego de superar un impase con Bélgica, que a última hora obligó a retrasar tres días la firma, el mimo Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau le dio la noticia al mundo y aseguró que el CETA demuestra que la democracia funciona en la UE.
Tanto canadienses como europeos, celebraron que se haya hecho realidad un pacto que dicen, beneficiará a empresas y trabajadores de todas las naciones que quedaron dentro del acuerdo. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker dijo, "si todos en la Organización Mundial del Comercio (OMC) se inspirasen en este acuerdo (...) el mundo del trabajo y del emprendimiento serán los primeros beneficiados".
El CETA, afecta a unos 545 millones de personas y tendrá un impacto anual de 12.000 millones de euros en la economía de la UE y de 8.000 en la de Canadá, según las instituciones europeas. Se trata de un pacto que, además de eliminar tasas aduaneras y aceptar la homologación recíproca de normas que afectan a productos manufacturados, refuerza la protección de patentes farmacéuticas, convalida títulos universitarios y abre los mercados de licitaciones públicas, entre otros puntos.
Negociado desde hace siete años, no solo sentará la base para los futuros acuerdos de la UE, sino que sus promotores confían en que se convierta en el nuevo estándar para los pactos internacionales de libre comercio desde una perspectiva "progresista" porque beneficia a las clases medias, a las pequeñas y medianas empresas y a los actores económicos de ambos territorios.
La Comisión y el Consejo Europeo insisten en que eliminará anualmente más de 500 millones de euros en aranceles a las empresas europeas de forma que se dará durante "décadas" un impulso a las exportaciones, donde actualmente se encuentran 31 millones de los empleos de la UE. Pero muchos, especialmente desde posiciones de izquierda altermundista y ecologista, han criticado el acuerdo, que consideran se ha negociado de manera opaca y redactado para beneficio de las multinacionales, al margen de los ciudadanos.
El CETA podrá aplicarse al 95 % a partir del próximo enero, cuando está previsto que lo apruebe -sin dificultades- el Parlamento Europeo (PE). Pero para implementarse completamente, el acuerdo deberá ser ratificado por los Parlamentos nacionales de los Veintiocho, labor que se anuncia larga y farragosa.
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