El mundo retrocede “peligrosamente” en su lucha contra el hambre
14 de Octubre de 2021 a las 13:14
Informe de las Naciones Unidas deja ver efectos de la pandemia, el calentamiento global y las guerras
Los conflictos, la crisis climática y la covid-19, por este orden, empujan a un mundo cada vez más hambriento, según el Índice Global del Hambre 2021.
LONDRES. - Las cifras de Naciones Unidas ya alertaban que en el último año el hambre había tocado sus peores niveles de la década. Ahora el Índice Global del Hambre 2021 lo reafirma: hay 47 países —28 del África subsahariana— que no llegarán a reducir la hambruna lo suficiente para el 2030, quedando lejos de la meta de hambre cero, trazada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Además, dentro de este ránking anual de la plataforma paneuropea Alliance 2015, hay 10 países en los que la situación es alarmante: Somalia, Yemen, República Centroafricana, Chad, República Democrática del Congo, Madagascar, Burundi, Comoras, Sudán del Sur y Siria. Y no es casualidad que ocho de ellos estén afectados por conflictos armados.
Pese a la devastadora pandemia, aún es la guerra la principal causa del hambre en el mundo, y no hay signos de que esta tendencia vaya a cambiar. Por el contrario, en la última década va en aumento al punto de que más de la mitad de las personas que sufren desnutrición habitan en países afectados por violencia, según El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2021, elaborado por cinco agencias de Naciones Unidas.
De los 116 países con datos disponibles este año, Somalia es el único en situación extremadamente alarmante con un puntaje de 50,8 dentro del Índice Global del Hambre, que va de 0 para la mejor calificación y 100 para la peor con una baja ingesta de calorías, emaciación infantil, desnutrición crónica y mortalidad de menores de cinco años. De los otros nueve países en condición alarmante, hay cuatro que se encuentran allí de forma provisoria —Burundi, Comoras, Sudán del Sur y Siria—, pues faltan datos debido, precisamente, a la violencia. De haberlos, uno o más de ellos caerían en la categoría de extremadamente alarmante.
La guerra destruye prácticamente todos los aspectos de los sistemas alimentarios. “Si miramos las estadísticas, los conflictos se dan muchas veces en áreas rurales donde se producen alimentos y los países más afectados son aquellos donde la mayoría trabaja en agricultura”, afirma Caroline Delgado, una de las autoras del informe y directora del Programa de Alimentación y Seguridad del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri). “Los grupos armados atacan a los productores, siembran minas, restringen el suministro de agua o semillas, confiscan la tierra, y los obligan a producir cultivos, muchas veces ilícitos, cuyas ganancias financian que la guerra dure más”, enumera.
Al mismo tiempo, ese aumento de inseguridad alimentaria detona más conflictos en una espiral dramática. Para la investigadora se trata de un círculo vicioso. “Aunque realmente no hay casos donde el hambre por sí misma haya causado una guerra, sí es un factor que la dispara”, aclara. “A la vez es evidente que sin lograr la seguridad alimentaria será difícil construir paz, y sin paz será casi imposible acabar con el hambre”.
En esta radiografía de la hambruna, la crisis climática y la pandemia de la covid-19 también hacen lo suyo. Al respecto, el Índice Global del Hambre del 2021 indica que ambas fuerzas tóxicas junto a los conflictos “amenazan con eliminar cualquier progreso logrado contra el hambre en los últimos años”. En particular, citan un reciente estudio del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (Ifpri) que estima que el cambio climático empujará a otros 78 millones de personas a pasar hambre crónica para 2050, más de la mitad de ellas en África subsahariana.
“Es difícil ser optimista”, advierten al respecto los autores del índice. Aunque los puntajes muestran que la hambruna global ha ido en declive desde 2000, el progreso se está desacelerando. “Es un fracaso para la comunidad internacional en su intento por transformar los sistemas alimentarios y acabar con el hambre”, sostiene Alberto Casado, director de Incidencia de Ayuda en Acción, una de las ONG que elabora el informe. “Sin embargo el ODS de Hambre Cero, por ahora lejano, todavía es posible. Falta más voluntad política que, si bien está en los discursos, no pasa a la práctica con políticas concretas”, subraya.
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