Mano dura para gobernar promete Jair Bolsonaro el nuevo presidente de Brasil
30 de Octubre de 2018 a las 07:53Exmilitar, ultra religioso y de extrema derecha, gobernará el país más grande de Suramérica
Luego de más de una década de izquierda en el poder, con gobiernos cuestionados e investigados por corrupción, un alto crecimiento de la delincuencia, un exmilitar, racista, homofóbico de la extrema derecha llega al poder en el país más grande de Suramérica. El candidato del PSL venció con el 55% de los votos al izquierdista, Fernando Haddad (PT), que consiguió un 44%, y quien ante los resultados pidió a sus electores no sentir miedo por lo que puede pasar. En un discurso más propio de un predicador evangélico que de un futuro mandatario, el presidente electo aseguró que gobernará al lado de la Constitución, para “pacificar” el país.
BRASIL.- Pese a los cuestionamientos por sus posturas políticas de mano dura, por ser catalogado como homofóbico, racista y de corte militar, los brasileros cambiaron el rumbo de su nación el pasado domingo y eligiendo como su Presidente al ultraderechista Jair Bolsonaro, un nostálgico de la dictadura militar que llega con mucha fuerza al poder, luego de varios gobiernos de izquierda.
El excapitán del Ejército obtuvo el 55,13 por ciento de los votos frente al 44,87 por ciento de su rival, el izquierdista Fernando Haddad, y ganó por más de 10 millones de sufragios y con 10 puntos de diferencia pese a su discurso, en el que ha prometido cambiar a las buenas o las malas su país.
“Sabíamos para dónde estábamos yendo, ahora sabemos para dónde queremos ir”, afirmó el presidente electo, quien asumirá su cargo el próximo primero de enero y prometió “rescatar” y “pacificar el país”. “Vamos a unirnos todos en un solo Brasil (...) Les ofrezco un gobierno decente que trabajará para todos los brasileños”, agregó Bolsonaro, quien también aseguró que reformará las finanzas del Gobierno y reorientar las relaciones diplomáticas.
Miles de brasileños festejaban en las calles de Río de Janeiro su victoria, después de una jornada electoral sin sobresaltos. “Este país necesita orden, y peor nunca podrá estar con tanta corrupción e inseguridad”, exclamó Jaz Lima, profesora jubilada de 60 años.
El 7 de octubre pasado, Bolsonaro había estado a punto de obtener la victoria en la primera vuelta presidencial con el 46 por ciento de los votos, y su fuerza política, el hasta entonces minúsculo Partido Social Liberal (PSL), se convertía en la segunda mayor representación en la Cámara de Diputados.
El candidato del PT, Fernando Haddad, quien perdió la elección, después de una sufrida campaña electoral, porque debió realizarla veinte días antes de la primera vuelta electoral para sustituir a Lula da Silva, que se enfrenta a la justicia por problemas de corrupción, aseguró que los votos por la ultraderechista no era “tanto a favor del candidato como en contra del PT” y dijo a los que votaron por su candidatura, que no sientan miedo por lo que puede pasar: “He sentido miedo y angustia en muchas personas. Por favor, no tengan miedo, estaremos juntos y voy a abrazar vuestra causa. Coraje”.
El candidato derrotado no se dirigió directamente a Bolsonaro pero advirtió que exigiría “respeto” para una parte expresiva del electorado brasileño y dijo que ahora tocaba “garantizar las instituciones y los derechos” de la ciudadanía: “Tenemos una tarea enorme, es la hora de defender la democracia y no aceptar amenazas”.
Diversas ONGs como Greenpeace o Human Rights Watch (HRW) mostraron su alarma ante la victoria del ultraderechista y exigieron “vigilancia y respeto hacia los derechos humanos”, de los que tantas veces se ha burlado el futuro presidente. Sin ir más lejos el domingo pasado en uno de sus últimos discursos incendiarios: “No vais a tener más ONGs para saciar vuestra hambre. Será una limpieza nunca vista en la historia de Brasil”.
Está por verse si los discursos de intolerancia y de apología a la violencia a los que nos tenía acostumbrados el candidato brasileño, se escucharán también a partir de enero cuando se instale en el Palacio de Planalto. O si bien, el exmilitar del ejército, apostará por reconciliar a un país cada día más enfrentado.
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