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Por el bien de Canadá, Trudeau no debe opinar sobre la “riña” en elecciones de EE.UU.

01 de Noviembre de 2020 a las 07:24

Por el bien de Canadá, Trudeau no debe opinar sobre la “riña” en elecciones de EE.UU.

No se sabe que pasará en los próximos días en Estados Unidos con los resultados de las elecciones, porque el que pierda seguramente se enfrentará con todo al ganador, en la Corte y en la calle, donde esperan jornadas violentas y disturbios, en caso de que pierda el actual presidente Donald Trump, que ya ha dicho que hay fraude planeado en su contra sin conocer los resultados. Por ello el llamado a los líderes del mundo, y en especial al Primer Ministro Justin Trudeau, es mantener la boca cerrada frente a lo que pueda pasar en le vecindario, hasta el juramento, porque de lo que diga u opine, dependerá en gran parte de las buenas o malas relaciones con el próximo gobierno de la potencia mundial, de la que para bien o para mal dependen mucho económicamente los canadienses. Gran parte de la producción nacional se exporta a este país y mantenemos una muy extensa y palpitante frontera con esta nación.

EDITORIAL.-  ¿Qué pasará en Estados Unidos luego de conocerse el resultados de las elecciones?, ojala nada, que la democracia salga vencedora, y el ganador llegue a la Casa Blanca sin complicaciones, pero todo indica que no será así. Uno de los principales problemas es que pueden pasar varias semanas antes de conocer los resultados, y la tensión va en crecimiento, y seguirá creciendo hasta que se dé el juramento del nuevo mandatario de los estadounidenses.

Ante la situación el llamado que están haciendo los políticos y los empresarios canadienses a Trudeau, es que guarde silencio. El consejo para el gobierno liberal es simple: quédese tranquilo, hasta que se den los resultados oficiales, porque mañana seguramente no se podrá determinar con certeza quien será el ganador de la Presidencia de EE.UU., así los anuncien los mismo partidos.

El panorama no pinta nada bien, hay mucha tensión y los ánimos están caldeados, entre los seguidores de ambos partidos quienes no aceptaran una derrota de manera tranquila, de ahí que las fuerzas del orden se preparan para responder a posibles protestas. El presidente republicano anticipó que está listo para iniciar las presentaciones judiciales apenas cierren las mesas de votación, mientras el Partido Demócrata se prepara para dar pelea en las cortes, y esa disputa puede tardar meses, tiempo en el que se escucharán voces de respaldo o de rechazo de unos a otros, posiciones enfrentadas que se trasladaran a las calles, dicen los analistas.

Es un momento muy difícil para los estadounidenses, porque tienen que elegir algo más que un presidente para los próximos cuatro años, escogen un líder que les ayude a salir de la crisis económica más grave desde la Gran Depresión de 1929; la peor pandemia en un siglo y, también. Una situación que se da en medio de tensiones raciales que no vivían desde la muerte de Martin Luther King, por lo que cualquier cosa puede pasar en este país de 330 millones de habitantes, muchos de los cuales ya han tomado posiciones extremas y radicales.

El presidente de los EE. UU., Donald Trump, ha dejado en claro que podría impugnar los resultados de las elecciones en los tribunales, estableciendo potencialmente un cronograma de semanas para llegar a un resultado claro. Él ha sugerido de antemano que cree que el correo en las boletas dará lugar al fraude.

Históricamente los primeros ministros de Canadá no opinan sobre las elecciones en el vecino país, se mantienen neutral, pero las relaciones de Trudeau con Trump no han sido las mejores, y cualquier opinión podría ser utilizada en contra de Canadá. 

Los canadienses, como los ciudadanos del resto del mundo, deben entender que depende de los estadounidenses decidir quién ha ganado, sin injerencia de otro país, como lo dijo John Manley ministro de Relaciones Exteriores de Canadá durante las elecciones de 2000, cuando se presentó una fuerte disputa entre George W. Bush y el entonces vicepresidente Al Gore, que duró hasta que Bush asumió el cargo.

 

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