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El camino a la felicidad del Papa, difícil, muy difícil para muchos

06 de Noviembre de 2015 a las 10:39

felicidad

“¿Los que buscan siempre la ocasión para hacer trampa, para aprovecharse de los demás, son felices? ¡No, no pueden ser felices…! “¿Cómo pueden ser felices los que lloran?”, se preguntó el pontífice y la respuesta dejo asombrado a más de un feligrés, durante la homilía de la misa por los difuntos que presidió este domingo 1 de noviembre, fiesta de Todos los Santos, en el Cementerio del Verano de Roma.
 

EDITORIAL.- El Papa Francisco índico cual puede ser ese camino a la felicidad que tantos seres humanos buscan sobre la tierra, cual es “el camino que lleva al cielo”, y no es nada fácil, pero sí lleno de muchas satisfacciones, pero en donde el punto de partida es algo que muchas personas no son capaces de hacer, perdonar al enemigo, tener misericordia por los demás y ante todo no juzgar a nadie, en otras palabras ponerse en el lugar de los otros.
 

El Papa Francisco recordó que Jesús recorrió ese mismo camino y narró como desde pequeño soportó persecución y exilio, y después de adulto, las calumnias, las trampas, las falsas acusaciones, y luego perdonó, “todo lo soportó con mansedumbre, lo soportó por amor a nosotros hasta la cruz”.
 

“Es un camino difícil de comprender porque va contra corriente”, pero “quien va por este camino es feliz, antes o después”, dijo el Papa en el llamado Sermón de la montaña.
 

“Podemos preguntarnos cómo puede ser feliz una persona pobre de corazón, cuyo único tesoro es el Reino de los cielos”, pregunto a sus feligreses el Papa, y ofreció inmediatamente la respuesta: “Teniendo el corazón desnudo y libre de tantas cosas mundanas”. “Felices pueden ser los que tienen capacidad de conmoverse, la capacidad de sentir en el corazón el dolor que hay en su vida y en la de los demás”, añadió, “estos serán felices porque la tierna mano de Dios Padre los consolará y los acariciará”.
 

“¡Cuántas veces estamos impacientes, nerviosos, siempre dispuestos a lamentarnos! –reconoció-. Con los demás tenemos tantos reclamos, pero cuando nos tocan reaccionamos alzando la voz como si fuéramos los amos del mundo, cuando en realidad todos somos hijos de Dios”.
 

“Pensamos en esas mamás y papás que son tan pacientes con sus hijos, que “les hacen enloquecer”, dijo: “este es el camino del Señor: el camino de la mansedumbre y de la paciencia”.
 

“Felices los que saben perdonar, que tienen misericordia de los demás, que no juzgan todo y a todos, sino que buscan ponerse en el lugar del otro”. “El perdón es algo que todos necesitamos, sin exceptuar a nadie, y no es una manera de hablar, una formalidad: es un acto de verdad; si sabemos dar a los demás el perdón que pedimos para nosotros, somos bienaventurados”.
 

“¿Los que buscan siempre la ocasión para hacer trampa, para aprovecharse de los demás, son felices? No, no pueden ser felices”, afirmó, en cambio “los que cada día, con paciencia, buscan sembrar paz, son artífices de paz, de reconciliación, estos son bienaventurados porque son verdaderos hijos de nuestro Padre del cielo, que siembra siempre y solo paz”
 

“Esta es la vía de la santidad, y es la misma vía de la felicidad –aseguró-. Es la vía que ha recorrido Jesús, es Él mismo esta vía; quien camina con él y pasa a través de Él entra en la vida, en la vida eterna”.
 

A continuación, Francisco invitó a pedir al Señor “la gracia de ser personas sencillas y humildes, la gracia de saber llorar, la gracia de ser mansos, la gracia de trabajar por la justicia y la paz, y sobre todo la gracia de dejarnos perdonar por Dios y convertirnos en instrumentos de su misericordia”. Por todo eso el camino a la felicidad del Papa no es nada fácil, pero si repleto de muchas satisfacciones.

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