Musulmán en Ontario defiende el uso del velo en las mujeres
05 de Diciembre de 2017 a las 23:17En carta enviada a La Portada, líder habla sobre el desconocimiento de sus tradiciones
Ante la polémica que se ha desatado en el país, ante la norma que quieren aplicar en Quebec, donde se prohibió el uso del velo que le cubre el rostro a las mujeres, particularmente el burka por razones de seguridad, un líder de la comunidad musulmana en Ontario, envió una carta a La Portada Canadá, en la que asegura que el debate se genera porque hay mucho desconocimiento de las tradiciones de islámicas. Explica que las mujeres de su religión, como las de otras comunidades, llevan un velo, y deja ver la importancia del Hijab en su cultura. Por considerarlo de gran importancia por la polémica que se ha suscitado, este semanario publica apartes de la posición de Mahboob ur Rahman – Coordinator de Spanish Desk Canada. Missionary Ahmadiyya Muslim Jama`at Canada.
TORONTO.- “Estamos viviendo en la actualidad española un debate, que también está presente en otros países europeos, en relación con el llamado “velo islámico”, en el que la mayor parte de las opiniones ponen en evidencia un desconocimiento profundo de las tradiciones islámicas, de cuál es el papel de la mujer, y cuál es la función del Hiyab o velo. Se suele partir de la idea errónea de que: el Hiyab es un distintivo del islam, incompatible con la cultura y la sociedad occidental, reprime la libertad e igualdad de las mujeres musulmanas en Europa e impide la integración de los musulmanes en Occidente.
En este sentido y desde el punto de vista del islam, consideramos preciso aclarar cada uno de estos puntos: Las raíces profundas del Hiyab Se considera equivocadamente que el Hiyab es exclusivo del islam y es extraño a Occidente. Sin embargo, aunque el islam contiene, efectivamente, algunas enseñanzas particulares respecto al Hiyab, el uso del velo no es exclusivo del islam. El uso del velo se remonta al siglo 13 antes de Cristo en la antigua Asiria (Mesopotamia). En aquella época, el uso del velo era una señal de distinción social y no religiosa. La ley exigía a todas las mujeres asirias, excepto a las prostitutas, cubrir sus cabezas en público. Del mismo modo, los antiguos objetos de artesanía griegos y romanos nos indican que el uso del velo no era una práctica infrecuente. Aunque no está claro el sentido del velo en la sociedad griega y romana, su costumbre no puede ser ignorada. Con el judaísmo, el empleo del velo adquirió un significado religioso. El velo era símbolo de modestia y decoro. Las mujeres judías cubrían su cabeza en público en cumplimiento de la ley judaica. Así Jeremías comentaba: “Cuando la judía de Jerusalén dejó casa, su rostro estaba oculto, de modo que su rostro no podía ser reconocido. ” Si una mujer judía dejaba de cubrir su cabeza durante el período tanaíta tal hecho se consideraba una afrenta a su pudor. El velo elevaba el estatus de la mujer de la alta sociedad judía y hoy día algunas mujeres ortodoxas siguen practicando las enseñanzas judías tradicionales empleando pañuelos o pelucas. De igual manera la Biblia enseñó el uso del velo mucho antes del Islam. En el Antiguo Testamento se lee: Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello. Porque había pregunta-do al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió.“(Génesis: 24:64-65)
En el Nuevo Testamento está escrito: “Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra”. (1 Corintios: 11: 5‐6)
Como se explica en estos versículos, la Biblia considera que el uso del velo como algo esencialmente virtuoso. La Virgen María se representa a menudo en las obras de arte con la cabeza cubierta. De hecho, en un cierto periodo, era obligatorio que las mujeres católicas se colocaran un pañuelo en la cabeza durante su asistencia a la iglesia. Hoy día, las monjas cristianas y las mujeres Amish continúan cubriendo sus cabezas.
Por último, las mujeres hindúes tradicionales también se cubren la cabeza, cuando se hallan en compañía de otros hombres, dejando así patente que el Hiyab no es exclusivo del Islam. A veces se cubren con la parte final del sari con que se visten, ya veces lo hacen con una indumentaria similar a una pañoleta. Así pues, el velo o Hiyab debe entenderse teniendo en consideración este contexto de raíces culturales y religiosas.
La fuerza liberadora e igualitaria del Hiyab. De igual manera, se suele considerar erróneamente que el Hiyab inhibe la libertad y la igualdad de las mujeres musulmanas. Como primera respuesta a la opinión de que Hiyab inhibe la libertad y la igualdad, podría afirmarse que esta es una reacción a la explicación original de la Biblia. Así, San Pablo enseñaba: “El hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es imagen y gloria de Dios, mientras que la mujer es gloria del hombre. De hecho, el hombre no procede de la mujer sino la mujer del hombre; ni tampoco fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre. Por esta razón, y a causa de los ángeles, la mujer debe llevar sobre la cabeza señal de autoridad” (1 Corintios, 11:7‐10)
Por lo tanto, según San Pablo, el velo es un signo de la autoridad del hombre sobre la mujer. Una mujer cristiana cubierta sólo es piadosa en la medida en que acepta su papel inferior al hombre. Probablemente, debido a esta explicación, muchos en Occidente ven al velo como un símbolo de inferioridad, servidumbre y degradación.
Pero la justificación islámica para el Hiyab está totalmente en desacuerdo con este estigma. En el Islam Hiyab significa “modestia” y es un medio de protección. Existen multitud de referencias en el Corán que dan fe de la igualdad entre la mujer y el hombre. Por ejemplo, el Corán, de manera inequívoca explica que los hombres y las mujeres pertenecen a la misma especie y poseen aptitudes y predisposiciones idénticas. El requisito del Hiyab no pretende encarcelar a la mujer o hacerla susceptible a la dominación masculina. Al contrario, tiene por objeto realzar sus facultades que le han sido otorgadas por Dios.
En el Islam, la fe se basa en la premisa de que Dios creó a los hombres y mujeres con un noble propósito, que consiste en establecer la paz en la sociedad. Puesto que un hogar tranquilo es la unidad básica de una sociedad pacífica, el Islam trata de proteger la armonía conyugal mediante la promoción de la modestia. En los Estados Unidos, casi el 40% de los matrimonios acaban en divorcio, la mitad de los cuales terminan por aventuras amorosas extramaritales. Como medida de precaución, el Corán ordena a las mujeres extender lo que cubre su cabeza hasta su pecho en presencia de los hombres que son ajenos a la familia:
“Y di a las mujeres creyentes que recaten su mirada y protejan sus partes privadas, y no muestren su belleza y sus adornos, excepto lo que sea visible de ellos, y coloquen sus velos sobre sus pechos, y no muestren su belleza y sus ornamentos más que a sus mari‐dos…”(24:32)
El mandamiento sobre el Hiyab es una obligación que no se limita a las mujeres sino que también se aplica a los hombres; sólo que el Hiyab asume una forma diferente:
Di a los hombres creyentes que recaten su mirada y guarden sus partes privadas. Esto es más puro para ellos. En verdad, Al‐lah sabe perfectamente lo que hacéis. (24:31)
Además, otro objetivo del Hiyab es proteger a las mujeres de cualquier daño injustificado. En el Occidente observamos a menudo la tendencia a deshumanizar a las mujeres considerándolas como objetos sexuales. La pornografía genera en el mundo ingresos que superan la escalofriante cifra de 57 mil millones de dólares. Las consecuencias perniciosas de esta de‐gradación sexual, son bien conocidas. En los Estados Unidos, una de cada tres mujeres ha sido víctima de abuso físico y sexual, y una mujer es violada cada dos minutos y medio.
Dado que las mujeres son vulnerables a la explotación y el abuso, el Islam les aconseja asumir su protección con sus propias manos: “Deben bajar sus túnicas externas desde su cabeza sobre su rostro. Esto es más conveniente para que sean así reconocidas y no molestadas. Pues Al‐lah, es el Sumo Indulgente, Misericordioso” (33:60).
Así, el Hiyab se erige en una barrera física frente al acoso injustificado. No es una desgracia o un obstáculo para la mujer; por el contrario, la honra y la libera de la servidumbre de la sociedad y de los obstáculos que impiden su avance intelectual, moral y espiritual. De hecho, al elegir protegerse a sí misma y sus virtudes, una mujer protege la sociedad de los males socia‐les, tales como el adulterio, la propagación de la enfermedad, los niños nacidos fuera del matrimonio, la violación, y el divorcio.
Una mujer no tiene que depender de su belleza física o del vestido con el fin de contribuir a la sociedad. Su carácter define la paz, la prosperidad y el progreso de una nación. Por ello, el Profeta del Islam hizo hincapié en la importancia de la educación religiosa y secular para los hombres y para las mujeres; de hecho, la educación es uno de los elementos básicos de una sociedad progresista. Según el Islam, las mujeres tienen el poder de mitigar el sufrimiento, dondequiera que dirijan sus pasos, y la fuerza liberadora del Hiyab las convierte en los arquitectos del destino de las futuras generaciones. De hecho, la verdadera mujer musulmana no es ni la mujer explotada de Occidente, ni la mujer bloqueada de los regímenes árabes totalitarios.
No hay que olvidar el hecho de que el propio Islam se constituye en salvaguardia frente una aplicación dura e irracional del Hiyab. No hay ninguna ley en el Islam que castigue a una mujer por no cumplir con el Hiyab. El objetivo fundamental del Hiyab es proteger a la mujer musulmana y proporcionarle una mayor libertad para participar en la sociedad. Allá donde el Hiyab no consigue lograr este objetivo, el Islam permite la flexibilidad de la norma. El papel integrador del Hiyab Por último, se suele asumir de manera errónea que la prohibición del Hiyab facilitará la integración y cohesión social en Occidente. Otras naciones han tratado de mejorar la integración mediante la prohibición del velo. Francia ha declarado fuera de la ley a los pañuelos sobre la cabeza en las escuelas públicas. Tur-quía prohibió el uso del velo en lugares públicos. No obstante y según la mayoría de los análisis, estas medidas han tenido muy poco éxito de cara a la “integración”. En Francia, por ejemplo, los disturbios recientes son un claro indicador que los musulmanes continúan sintiéndose extraños e indispuestos. La razón es obvia. El velo no tiene nada que ver con la integración. Las barreras a la integración real son la pobreza y el desempleo. En el Reino Unido, por ejemplo, dos tercios de los niños de familias cuyo origen es el Pakistán y Bangladesh están creciendo en la pobreza. Un porcentaje importante de todos los musulmanes jóvenes entre 16 y 24 años están desempleados. Las mujeres musulmanas que practican el uso del Hiyab nada tienen que ver con estas estadísticas tan ilustrativas. Por otra parte, a nivel cotidiano, el Hiyab no impide la comunicación. Los avances tecnológicos han hecho cada vez más fácil que la sociedad se comunique sin que sea imprescindible el diálogo “frente a frente”. El rostro no ha sido nunca la única herramienta esencial para una comunicación eficaz. El presidente de un país puede ser igual de efectivo a la hora de comunicarse con sus ciudadanos por radio que lo puede ser en persona. Una mujer musulmana puede mantener una comunicación adecuada con los demás incluso teniendo el rostro cubierto. Obviamente, cuenta más el contenido expresado que la apariencia de quien lo expresa. Además, los esfuerzos para la integración no deben realizarse a expensas de restringir el derecho humano fundamental a la libertad religiosa. La aceptación en el engranaje de una sociedad democrática de culturas y tradiciones religiosas divergentes es esencial para el éxito de la integración. Forzar a una mujer musulmana a “quitarse el velo” es, pues, una medida contraproducente. Esta medida no sólo viola los derechos humanos fundamentales de la mujer musulmana, sino que también impide que la sociedad occidental comprenda y tal vez incorpore, las tradiciones islámicas.
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Mahboob ur Rahman – Coordinator Of Spanish Desk Canada
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