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LAS ENSEÑANZAS DE UNA TRAGEDIA Los niños tailandeses

18 de Julio de 2018 a las 11:42

LAS ENSEÑANZAS DE UNA TRAGEDIAANABELLE CHACON CASTRO

En este mundo convulsionado, donde es más fácil escuchar una noticia mala que una buena, que la tragedia de los niños tailandeses atrapados en una cueva tenga un final feliz, nos conmueve a todos y nos deja varias enseñanzas.

El 23 de junio, luego de un entrenamiento, el entrenador del equipo Los Jabalíes Salvajes, Ekapol Chantweong, conocido afectuosamente como Ake, decidió llevar a los muchachos de excursión a la cueva Tham Luang.  El equipo está conformado por niños de entre 16 y 11 años y Ake tiene 25 años.  La cueva tiene 4 km de longitud y el grupo llegó a la entrada en bicicletas, las que dejaron ahí e ingresaron a la cueva a pie.  A la entrada había un rótulo que advertía “No ingresar en temporada lluviosa”.   Ake tal vez pensó que, como la época de los monzones estaba terminando, era seguro ingresar. 

Cuando habían recorrido 1.7 km, un torrente de lluvia comenzó a ingresar, en la cueva, en forma abrupta, llenando las diferentes cámaras.  El grupo se encontró repentinamente atrapado en una bolsa de aire que se formó y pronto rebosó de lodo y agua.

La desaparición del equipo consternó a sus familias que organizaron una búsqueda por todo lado del distrito Mae Sai, ubicado a 900 km al norte de Bangkok, cerca de la frontera con Myanmar.  A los 8 días, encontraron las bicicletas a la entrada de la cueva y, la deducción obvia era que ingresaron.  Esto causó una profunda desesperanza de encontrarlos vivos porque la cueva estaba completamente inundada.

El operativo de rescate se armó inmediatamente con buzos especializados de la marina tailandesa, que recibió ayuda internacional.  La dificultad de navegar en medio de un fluido denso y obscuro con visibilidad nula, que impedía la comunicación, fue un reto enorme.  La buena noticia llegó el 2 de julio, cuando los buzos encontraron a los niños y el joven dirigente, pero su situación era calamitosa porque los niveles de oxígeno eran muy bajos debido a la descomposición de materia orgánica causada por estancamiento del agua.

Lo inmediato era de proveer de alimentos hasta organizar el complicado rescate, que necesita que los niños estén lo suficientemente fuertes para soportar el traslado submarino.  Uno de los primeros en llegar a donde estaban los niños y su entrenador fue el sargento Saman Kunam, quien les dejó uno de sus tanques de oxígeno y regresó con el que contenía un mínimo del gas vital para su regreso.  Desgraciadamente, no fue suficiente para lograr el regreso y murió asfixiado.  La ruta para el rescate se cubría en 11 horas y las reservas de oxígeno no fueron suficientes para que Kunam lo logre.

A los 20 días de su desaparición, el 12 de julio, se completó el rescate del grupo futbolístico de la cueva ubicada a 800 m de profundidad, con una participación de unas 300 personas, entre ellos 18 buzos especialistas que, en parejas iban llevando uno por uno a los miembros de equipo de fútbol.  Incluso, como plan B, se construyó una cápsula para una persona para el acometido, pero no se la llegó a usar.

Los niños y su entrenador están ahora recuperándose en un hospital y han sido invitados a la final del Mundial de fútbol.

Las enseñanzas de esta desgracia con felicidad son muchas.  Primero, la dedicación de un joven a entrenar a un grupo de muchachos, Ake es conocido por trabajo, pero fueron quizás esta juventud e ímpetu que lo hizo cometer la imprudencia de llevar a los niños a la caverna.  Sin embargo, su imprudencia fue compensada con su capacidad de liderazgo que mantuvo con vida a los niños durante tanto tiempo.  Al ser rescatado lo primero que hizo es pedir perdón a los padres de sus dirigidos.  Segundo, la entrega del buzo Kunam a su trabajo, ese desprendimiento total de velar por el bienestar de los demás antes del suyo propio.  Con su muerte, su viuda develó una carta, que le escribió antes de partir a su última misión, donde le expresa su amor eterno. Tercero, la solidaridad mundial; buzos especializados viajaron al sitio a colaborar con la marina tailandesa, la cápsula construida por las compañías Tesla y Space X para el rescate de os niños, en caso de que fallase el buceo.

En fin, una tragedia que se convirtió en la expresión de actos de amor, heroísmo y solidaridad; actos que nos devuelven la fe en la humanidad, de saber que si existe esperanza de ser mejores como personas.

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