“La muerte también da clases de español” en la Universidad de Toronto
05 de Noviembre de 2019 a las 06:57
Profesor de idiomas que enseña español en la Universidad de Toronto, incentiva entre sus estudiantes el conocimiento de las tradiciones latinoamericanas, como parte de sus actividades pedagógicas y desde hace tres años conmemora el Día de los Muertos de México, este es su informe. Fotos:Carlos Arturo y Gloria Castaño/Evoke Photography Canada
Por: Juan Carlos Rocha Osornio, especial para La Portada Canadá
TORONTO.- “Como cada año y desde el 2016, vengo llevando a cabo una actividad con fines pedagógicos para que los estudiantes de español como lengua extranjera (ELE) en la universidad de Toronto, conozcan y aprendan el significado de la famosa tradición mexicana de, “El Día de Muertos”. Se trata, además, de incorporar el aprendizaje experiencial para que los alumnos sean capaces de comprender y analizar aspectos culturales de una forma más eficaz, práctica y menos monótona, sobre todo cuando estamos ante un tema tan complejo como lo es el de la muerte. Al respecto, y como bien hizo en subrayar la directora del departamento al inicio de la presentación, la profesora Ana Teresa Pérez-Leroux, “la muerte es algo a lo que inevitablemente todos nos enfrentamos tarde o temprano”.
El aprendizaje experiencial se basa en los postulados del filósofo John Dewey, quien propone que el conocimiento se crea a través de un proceso transformativo creado por la experiencia. En el caso concreto de “El Día de Muertos”, los estudiantes tienen la oportunidad de aprender el simbolismo de cada uno de los elementos que conforman el altar, tales como las calaveritas de azúcar (que sirven para ver la vida como algo dulce); la cruz (la herencia católica); las flores de cempasúchil (la evocación del sol en la tradición azteca cuyo aroma guía a los muertos a la entrada del mundo de los vivos); el pan de muerto (los cuatro puntos cardinales relacionados con las divinidades prehispánicas); el papel picado (la vida y el colorido de los mexicanos); el retrato (la persona a la cual está dedicada la ofrenda); las veladoras (la representación del fuego), el vaso de agua (para saciar la sed de los difuntos durante el trayecto al mundo de los vivos); y el incienso (para limpiar el lugar del altar de los malos espíritus y para guiar a los difuntos de regreso al inframundo). Además, y como eslabón principal, se intenta disipar el mito de que esta celebración es una especie de “Halloween mexicano”, pues si bien existe una alusión directa a la muerte, ésta tiene un significado distinto: en México a la muerte se le respeta y se le venera, pero también puede ser motivo de burla.
Al final, y dependiendo del nivel de los estudiantes (básico, intermedio, y avanzado), se espera que éstos puedan ser capaces de reflexionar sobre la manera cómo la sociedad mexicana ve a la muerte y del porqué de ello. En el caso particular del alumnado de mi clase de SPA120Y (“español acelerado a través del aprendizaje servicio-comunitario”), pudieron participar directamente en el montaje de la ofrenda que, dicho sea de paso, rindió homenaje a las víctimas del tiroteo ocurrido recientemente en la ciudad estadounidense de El Paso, Texas, condenando así este tipo de eventos que atentan en contra de la humanidad.
Así pues, y al estar envueltos directamente en el proceso de elaboración del altar, los estudiantes estuvieron inmersos en el proceso de aprendizaje experiencial. Además, y debido a que todos provienen de diferentes partes del mundo (EE.UU., Dinamarca, India, Corea del Sur, Hong Kong, y Canadá), cada uno de ellos vivió un proceso de reflexión a través de comparar la manera cómo en sus propias culturas se suele abordar el tema de la muerte.
Y este es precisamente el reto que los que nos dedicamos a la enseñanza del español como lengua extranjera tenemos, pues es imposible separar la enseñanza de la lengua de su cultura. Desafortunadamente, los aspectos de índole cultural que suelen plasmarse en buena parte de los libros de texto tradicional carecen de actividades interactivas que, muy a menudo, conllevan a que los estudiantes perciban la cultura del mundo de habla hispana como algo ajeno a su realidad y poco significativo, sobre todo en cuanto a lo que concierne a la importancia que –pueda o no— llegar a tener en su propio proceso de aprendizaje. Por esta razón, propongo que los docentes tenemos la obligación de promover más las oportunidades de interacción, no solo entre los mismos estudiantes en el aula, sino más allá de sus confines y forjar un puente con los miembros de la comunidad de hispanohablantes que, en el caso de Toronto, nos ha permitido entablar vínculos entrañables. Aquí, destaco la participación de Latin@s en Toronto, Collective65, Evoke Photography de Carlos Arturo y Gloria Castaño, Hispanic Canadian Heritage Council, Paola’s Beauty Bar, Consulate General of Argentina, ChocoSol, Hispanic Canadian Arts & Cultural Association, Consulate General of Mexico, and Latin American Canadian Arts Project, quienes a lo largo de 3 años y medio han participado directamente en nuestros eventos y proyectos de aprendizaje-servicio en los cursos de lengua en español.
Solo resta agradecer el apoyo de mi centro de trabajo, el departamento de español y portugués de la universidad de Toronto, quien cada año generosamente apoya este tipo de iniciativas. Gracias a los fondos obtenidos, los estudiantes también pudieron degustar deliciosos tamales y postres tradicionales de estas fechas, conociendo así un poco más de la cocina mexicana. De igual forma, quedo agradecido con las facilidades otorgadas por el “Community-Engaged Teaching Faculty Fellowship Program”, el cual hizo posible extender una invitación al artista visual mexicano Sergio Zubía, quien estuvo a cargo de presentar la historia del altar a la audiencia congregada el pasado 28 de octubre en las instalaciones del Victoria College, así como de realizar un taller de papel picado con los estudiantes de SPA120Y.
La culminación del evento estuvo enmarcada por el talento de cinco jóvenes mexicanos cuyas voces e instrumentos dieron vida a piezas importantes de la música clásica. Se trata de Vianey Martínez Mendoza, soprano (Morelia); Karla Meza, soprano (Xalapa); Antonio Moreno Zúñiga, tenor (Querétaro); José Luis Reynoso, bass (Ciudad de México); y Heriberto Cruz Cornejo, piano (Morelia). Todos ellos formaron parte del programa de “Artistas en residencia”, creado por el estudio de ópera de Stuart Graham.
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