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Sentida gira del Papa Francisco por zonas de más violencia en México

16 de Febrero de 2016 a las 12:58

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El Pontífice pidió a las autoridades mexicanas que brinden "seguridad efectiva" a sus ciudadanos, mientras llegaba bajo fuertes medidas de seguridad a poblaciones azotadas por la violencia, donde los mexicanos, y muchos latinoamericanos que viajaron a este país, vivieron con mucho fervor cada una de homilías. Después de su visita a Morelia, el papa pondrá punto y final el miércoles a su gira de cinco días por México en la fronteriza Ciudad Juárez, donde han sido asesinadas o desaparecidas más de un centenar de mujeres.
 

MEXICO.- En su gira por México, el Papa Francisco habló de todo, cuestionó al Gobierno, la pobreza y hasta el narcotráfico, e inclusive tuvo tiempo para hablar de migración, de los desaparecidos y en nombre de las mujeres, niños y familias completas que son víctimas de la violencia que hace años azota a este país, al tiempo que pidió perdón a los indígenas por la violencia que sufrieron en el pasado y la que viven en el presente.
 

El papa Francisco fue recibido por el presidente de México, Enrique Peña Nieto, su esposa, y un grupo de niños mexicanos que lo han seguido cantando y viviendo toda esta gira del pontífice por tierra latinoamericana.
 

Los mexicanos vivieron con mucho fervor religioso y esperanza la visita de su santidad El papa Francisco, que el martes y luego de varias misas en diferentes poblaciones, incluida la capital del país, llegó a Michoacán, al oeste de México, una de las zonas más peligrosas de este país, en donde un cartel denominado “Los Caballeros Templarios aterrorizaron por años a la población hasta que grupos de autodefensas se levantaron en armas contra ellos. En México, 36 sacerdotes han sido asesinados desde el 2005 y Michoacán es uno de los estados más afectados, según el Centro Católico Multimedial.
 

Según los últimos reportes de esta gira, que ha logrado reunir a miles de feligreses en cada sitio, iglesia o lugar por donde pasa el Papa, en Morelia, bajo una fuerte vigilancia policial, en el majestuoso centro colonial de la capital, el papa se hizo sentir, frente a distintas órdenes religiosas que esperaban con júbilo la misa que el pontífice ofrecería a la comunidad eclesiástica en el mismo lugar donde han masacrado a varias personas.
 

Con amenazas que incluso han acabado con la muerte, Michoacán es uno de los estados más peligrosos para los curas mexicanos, que no han escapado de la violencia de los cárteles de la droga. De hecho, al iniciar su recorrido por México, el papa pidió a las autoridades mexicanas que brinden "seguridad efectiva" a sus ciudadanos. En el 2006, Michoacán fue noticia cuando cinco cabezas humanas aparecieron rodando en un bar de Uruapan, en la subregión de Tierra Caliente, con un mensaje: "Esto es justicia divina".
 

Los curas también sufrieron el conflicto entre las autodefensas y Los Templarios en la capital de Tierra Caliente, Apatzingán. El obispo de la ciudad, Miguel Patiño, tuvo que ser resguardado por las autoridades ante un supuesto ataque inminente del crimen organizado y el vicario y defensor de las milicias, el padre Gregorio López "Goyo", daba misa con chaleco antibalas.
 

"Entre los cárteles, las autodefensas y el 'granadazo' de 2008, Michoacán se hizo de muy mala fama. Antes todo mundo nos visitaba. Esperamos que con la visita de Francisco se recupere la confianza en nuestro estado", comenta un comerciante de 52 años del centro de Morelia a los medios internacionales que cubren el viaje del Papa.
 

En Chiapas el papa Francisco lamentó la exclusión de las poblaciones indígenas y llamó a pedirles perdón, en una misa ante millares de fieles en el empobrecido sur de México, donde autorizó el uso de lenguas autóctonas en los rituales católicos. La homilía en la pintoresca localidad montañosa fue oficiada en lenguas autóctonas tzeltal, tzotzil y chol y marcó la admisión de los idiomas autóctonos para oficiar misas católicas. Familias de indígenas tojolabales y zoques entregaron las ofrendas de pan y vino, mientras otros mostraron al pontífice el dinero recaudado para construir dos albergues para migrantes.

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