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CAMINO A MARTE Un viaje solamente de ida

07 de Agosto de 2014 a las 08:09

Anabelle Chacón
Por: Anabelle Chacón Castro
 
Al principio parecía solamente un sueño para el físico holandés, ganador del Premio Nobel en 1999,  Geraldus t Hoof.  Ahora este sueño está ya está tomando forma: ir a Marte, pero no solamente ir, sino ir a vivir en Marte, construir una colonia humana en el planeta rojo.  Este proyecto comenzó en el 2013 y se va desarrollando en diferentes aspectos, como: el financiamiento, el desarrollo tecnológico y la selección de voluntarios.  Cuando se abrió la inscripción para los voluntarios, fue sorprendente la acogida que tuvo en el mundo, porque solamente se ofrece un pasaje de ida, hubieron 200,000 voluntarios que se ofrecen a ser parte de la misión Marte Uno (Mars One), los requerimientos para inscribirse son básicos: ser mayor de 18 años, enviar un video de los motivos que le mueven y pagar una tarifa de 5 a 75 dólares.  El tipo de personas inscritas cubren una gran variedad que va desde ingenieros hasta artistas porque, obviamente, una colonia humana necesita de todo, especialmente si se está en otro planeta y se debe auto abastecer en todo sentido. Este proyecto fue considerado una locura, especialmente por las organizaciones gubernamentales como la NASA, primeramente porque es una iniciativa totalmente privada y auspiciada por fondos privados, especialmente por pequeñas donaciones públicas que se suman día a día. 
 
 
El celo mayor se funda en la incapacidad de volver a poner a un ser humano en la luna, si es que alguna vez estuvo, se considera inalcanzable ir más allá.  Sin embargo, la forma en que se ha manejado este proyecto, se muestra que sí es posible y por eso goza de gran popularidad entre el público. Un año más tarde, el proyecto está tomando cuerpo y, lo que más ha llamado la atención, es la parte de la selección del personal voluntario.  Para asegurar el presupuesto, se ha  acudido a medidas un poco extremas como los famosos “reality shows”, donde se da la oportunidad de que el público elija a quienes deban ir a formar parte de la misión interplanetaria.  El primer viaje será en el 2018 y luego cada dos años con una tripulación de cuatro personas cada vez.  Los costos se han reducido totalmente porque solamente se trata de un viaje de ida, aunque inicialmente se pensó en un viaje redondo pero esta opción fue desechada debido a los altos costos.
 
 
De las 200,000 personas inscritas la lista se redujo a 75,000, luego a 10,000 y después a 1,058, de los cuales han quedado 705 seleccionados, en mayo de este año.  La mayoría son estadounidenses, 297, pero el segundo país con más elegidos es Canadá con 75 (32 hombres y 43 mujeres).  Los voluntarios seleccionados solamente son de 10 países, curiosamente de España hay 25 y de Brasil 23, siendo el único país sudamericano seleccionado.
 
 
Pero la pregunta es ¿qué motiva a una persona a tomar esta decisión de ser parte de un viaje sin retorno?  Las respuestas son variadas, así lo registró el periódico Sun en su edición del 27 de julio donde se publicaron entrevistas a varios de los canadienses elegidos: dejar una huella en la humanidad, darle sentido a su vida, aportar al desarrollo de la ciencia, buscar alternativas en otro planeta, iniciar la conquista del espacio; todas respuestas muy nobles, pero poco prácticas, si se toma en cuenta que es una forma de suicidio, como la califica el astronauta canadiense Robert Thirak, porque no hay experiencia previa y todo resulta muy riesgoso y los plazos son extremadamente amplios ya que se inicia el 2018 con el lanzamiento de los satélites de comunicación y para el 2035 se espera tener establecida una colonia de veinte personas; es decir, un lapso de 15 años, donde cualquier cosa puede ocurrir.
 
 
Por ahora, la humanidad ha emprendido un nuevo desafío y sueña nuevamente con las estrellas.  Siempre me ha fascinado mirarlas y reconocerlas y, cuando veo por el telescopio, al planeta rojo sueño con pensar que ahí va llegar un ser humano.  Los motivos que mueven a las personas a tomar esta decisión son muchas y las envidio por ese valor que tienen.  El camino a Marte es el camino a amarte, a amar la aventura de ir, como decía el Capitán Kirk, “a donde nadie nunca ha llegado”. 

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