FUTBOL Y ETICA Cuando se pierden los valores deportivos.
03 de Julio de 2015 a las 10:39
Por: Anabelle Chacón Castro
El fútbol despierta pasiones y esto ha hecho que se disemine por todo el mundo, llegando al punto de detenerlo cada cuatro años cuando hay el mundial. Para los latinoamericanos, es parte de nuestra idiosincrasia, nos mueve a vivir. Sin embargo, pese a la influencia que tiene en la sociedad, el fútbol se ha visto empañado últimamente por una serie de escándalos que opacan su majestuosidad.
Estos escándalos han cundido entre directivos, jugadores e hinchada. Los casos de corrupción que son investigados internacionalmente a los más altos personajes de la FIFA y que salpica a las diferentes asociaciones nacionales no son más que la plasmación de rumores que se sabían a voces en todo el mundo, pero que nadie se atrevía a exponerlos en público.
Los jugadores no quedan exentos de prácticas anti deportivas, en la cancha y fuera de ella, y actúan como semi dioses que merecen pleitesía en todo momento y que, no importa lo que hagan, a la final se salen con la de ellos. Un caso evidente es la actitud que tuvo el chileno Gonzalo Jara con el delantero uruguayo Edinson Cavini en un hecho totalmente, no solamente antideportivo, denigrante y que mereció únicamente la sanción de suspensión tres partidos internacionales y que ahora la Conmebol le rebajó a dos. Pero previo al inicio de la Copa América, ya hubo el escándalo que protagonizó el delantero chileno Arturo Vidal cuando chocó su Ferrari que conducía en estado de ebriedad y sin embargo continúo con la selección y ahora va a la final. Menciono estos dos casos porque son los más relevantes de este tiempo no por nada más, porque bien puedo recordar la actitud anti deportiva de Messi cuando recibió la medalla de plata en el Mundial y se la sacó con desprecio o tal vez la falta con la salió lesionado Neymar, supuestamente con rotura de vértebras, para luego estar sentado en el banco de suplentes en el siguiente partido, seguramente para preservar su valor ante una derrota anunciada de Brasil ante Alemania; y eso por no mencionar su cobardía cuando dispara el balón contra el defensa colombiano en el actual campeonato sudamericano.
Los hinchas no quedan fuera de estas conductas absurdas. Como la mostrada por los aficionados de Standard de Lieja que, en enero de este año, durante un encuentro frente a Anderlecht, su clásico rival, exhibieron una pancarta enorme con la figura de un futbolista adversario decapitado, lo que suscitó la reacción del ofendido, Steven Defour, quien pateó un balonazo contra la tribuna y fue expulsado.
Lo cierto es que la FIFA y todas sus filiales deberían imponer sanciones más drásticas y tener un código de ética profesional, como lo tienen todos los cuerpos colegiados, para los futbolistas porque, al ser figuras públicas, ídolos de niños y jóvenes, se vuelven modelos a seguir y el mensaje que se da con estas actitudes es que se puede abusar de esa posición de celebridad para hacer lo que quieran que igual van a ser excusados. El deporte del balompié es hermoso, pero este exceso de agresividad y de drama innecesario y fingido, debería ser eliminado de las canchas. Ya es hora que la FIFA implemente el uso del video para las situaciones controversiales, el NO uso de la tecnología se vuelve sospechosa porque no dejaría la duda de las decisiones que se toman en los partidos. Curiosamente, en los estadios, las jugadas complicadas no se repiten en las pantallas. Me pregunto ¿cuál es el temor? ¿o es que vale más preservar el valor económico del juego que su belleza?
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