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EL COMUNISMO EN CHINA - De la teoría a la práctica

02 de Abril de 2014 a las 16:38

el comunismo en china

Anabelle visitando el Gran Teatro Nacional en Beijing

 

Por: Anabelle Chacón Castro 

Una de mis aspiraciones cuando era joven universitaria era la de conocer Cuba, Rusia y China, porque eran esos los países que idealizábamos como jóvenes de izquierda.   Mi deseo se realizó en el año 1996, cuando tuve la oportunidad de ir a hacer un curso en Cuba.  En ese tiempo, me quedé a vivir con una familia cubana porque quería vivir la realidad del país.  Me di cuenta de las limitaciones diarias que tenían en satisfacer sus necesidades básicas, pero mi corazón idealista me hacía pensar que era mejor que todos tengan poco antes que pocos tengan mucho.  Aunque todos se quejaban de la falta de libertad y de la fluidez del circulante yo seguía pensando que era un país más justo que el mío.   Esta visita me hacía pensar que la cuna del marxismo, Rusia; y, la de maoísmo, China, debían ser mejores que la Cuba que descubrí.  Ahora la madurez de la vida me hace pensar que es imposible decir que Cuba es un modelo ideal, si bien cumplió con una coyuntura histórica, pero 55 años más tarde se ha convertido en una dictadura igual o peor a la de Fulgencio Batista que gobernó tan sólo 11 años en dos períodos (1940-44 y 1952-59); y es este afán desmedido de perpetuarse en el poder que crea la corrupción.  Si la Revolución Cubana hubiese optado por una transición democrática luego de cambios sustanciales, creo que otra sería la suerte de pueblo cubano hoy.  

 

Una compañera de trabajo, originaria de esta enorme nación, cuando conversábamos de mis expectativas sobre China, puso en duda mis convicciones cuando me dijo: “China es comunista en teoría, para oprimir al pueblo; pero en la práctica es capitalista, para explotarlo”.   Me negué a creerlo y pensé que hablaba con cierto resentimiento, como lo hacen los cubanos que viven en Florida.   Pensé que el poderío económico y geopolítico que tiene China se debe, precisamente, a su sistema político.

 

 Ahora que tuve la oportunidad de visitar China, pude constatar la realidad por mí misma. China, en particular su capital Beijing, es impresionante por la enormidad de todo.  La Ciudad Prohibida, construida en el siglo XIV es inmensa, la Muralla China interminable, la Plaza de Tianamén es la más grande en el mundo y puede albergar 2.5 millones de personas; en fin, todo es gigantesco.  Pero también así la pobreza, la contaminación, la ignorancia y el control sobre la población.  Los grandes barrios populares de la capital china no tienen baños y existen baterías sanitarias que dan servicios; las calles transversales son supremamente estrechas; la contaminación es constante y la gente usa máscaras, la visibilidad no es posible a más de doscientos metros y en la noche en la trasluz se puede ver como caen la partículas de carbono como una lluvia permanente; la iluminación pública es escasa, esto hace que el ambiente se torne triste y que una capa de hollín lo cubra todo.  El control que se ejerce sobre la población es sorprendente, se pueden ver policías y militares por todo lado, pero también la policía vestida de civil y la gente del partido que pertenecen a los comités de vigilancia ciudadana que son intimidantes y que deambulan por todos los barrios vigilando a los ciudadanos.  Además hay cámaras en todos lados de la ciudad.  En contraste con esto, la gente del Partido se mueve en autos Audi que son los más apetecidos por los miembros del Gobierno. Hay tiendas donde se puede comprar un  Ferrari y centros comerciales con lo mejor de occidente.  Mao Tse Tung necesitó en los 40 un ejército de un millón de personas para consolidar su revolución.  Ahora resultaría imposible organizarse en un número tan grande en forma secreta para rebelarse o protestar contra el Gobierno, prueba de eso fue la matanza en la Plaza de Tianamén donde, en 1989, cifras no oficiales hablan de 5 mil muertos y 30 mil heridos.  El nombre oficial de China es “República Popular China”, pero la palabra república se asocia con elecciones libres y esto, definitivamente, no ocurre aquí, como decía Aristóteles: “Un grupo de gente no hace una república”.  Por otro lado, el comunismo que pregona la propiedad colectiva y la igualdad de las personas, esto tampoco ocurre.  Muy a mi pesar debo reconocer que el comunismo en China es como lo describió mi amiga, para oprimir a la gente y el sistema diario es capitalista. El poder de este gigante se basa en el número, porque el comunismo chino tiene una gran distancia entre la teoría y la práctica.

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